Sentir, Pensar, Actuar

Concursantes del Antojo Literario de Diciembre, ¡Léelos!

El próximo viernes 27 de enero sintoníza La Orquesta Filosófica a las 19:00 hrs por Radio Chapultepec 560 AM o en www.laorquestafilosofica.com , ahí daremos a concocer al ganador de la comida en el Restaurante “Peces”.

 

Fuiste fuego fatuo

Hugo Pérez

Dolor infinito era lo único que conocíamos.

Nuestras vidas estaban devastadas por la miseria y la ignorancia,

solo desprecio e indiferencia hallábamos por donde caminábamos.

Éramos apaleados, pisoteados y asesinados como cualquier cosa

pero llegaste tú y mandaste parar aquel dolor para trocarlo en amor.

 

Fuiste fuego fatuo

Nos enseñaste a saborear una gota de agua y a contemplar el alma humana,

contigo aprendimos a compartir un miligramo de pan y

a socorrer al débil y a luchar contra el vil que nos apaleaba

y nos dejaba ciegos, cojos, mutilados y nos tenía siempre encadenados.

 

Fuiste fuego fatuo

Nos incluiste en tu sueño para sacarnos de nuestra pesadilla,

nos regalaste tus anhelos y nos contagiaste tus ansias de libertad

y en la lucha nos guiaste con singular tenacidad

para al fin abrazar nuestra libertad.

 

Fuiste fuego fatuo

No nos entregaste palacios, ni habitamos en grandes mansiones,

tampoco nos vestiste con finas telas; ni nos adornaste con alhajas,

mucho menos obtuvimos de ti grandes manjares,

pero nos entregaste la lluvia infinita del consuelo y el amor

para hermanarnos y así poder salir de nuestro destino de dolor.

 

Fuiste fuego fatuo

No nos proveíste la luz que encandila y nubla el entendimiento,

pero como una luciérnaga en el bosque

nos mostraste cuánta oscuridad tenemos a nuestro alrededor

y nos diste las armas de la cultura y el honor para vencer al opresor.

 

Fuiste fuego fatuo y por siempre lo serás

y estarás a nuestro lado para combatir al nuevo tirano,

que ha llegado cuando nos dicen que tú te has marchado,

pero se encontrará con un pueblo armado con educación y amor

que tiene un fuego fatuo a su lado para derrocar al opresor.

Emmanuel

Ivette Alva

Que la luz bella y brillante

de la estrella de Belén

pueda a ti guiarte

do se encuentra Emmanuel.

“Dios está con nosotros”

y no por primera vez.

Transformase en miles de rostros,

que no le sabrías reconocer.

Búscale aquí en la Tierra

y como buen cristiano fiel,

le encontrarás en el pobre que espera

su hambre con tu generosidad proveer.

Es quizá el caminante sediento

que necesita sus labios humedecer,

o es el cansado forastero

a quien bajo tu techo deberás acoger.

Es el pobre, falto de vestido,

su cuerpo pide cubran su desnudez;

es el enfermo, triste y vencido;

es el anciano, o el huérfano aquél.

Es la viuda, es el convicto,…

abandonados, no tienen más que su fe.

Fe en Dios y en el hombre,

fe en el amor como un Bien.

La mezquindad no rompa sus corazones

¡apréstate pronto a Dios Obedecer!

La ciudad como obra de arte

Michel Ortíz

La ciudad como obra de arte

Me encuentro en una ciudad atormentada por la corrupción, desolada por los crímenes que en ella se cometen, abatida por el desempleo y azotada por la ausencia de servicios básicos, fustigada por los privilegios de unos pocos que lo tienen todo frente a la mayoría que carece de lo más elemental. ¡Cómo pueden notar todos ustedes, es una ciudad muy triste y desconsoladora!

Además, dicha urbe está controlada por individuos, hombres y mujeres, procaces y superficiales que solo viven en función de la satisfacción de sus intereses personales y la de sus allegados, pero, en esta ciudad ocurrirá algo muy interesante, algo que lo cambiará todo. Prefiero no dar el nombre de esta metrópoli para no levantar suspicacias y para no ganarme la enemistad de gente muy peligrosa. Veamos que es lo que allí se está preparando y quién o quiénes son los artífices de dicha osadía.

Es una noche fría y lluviosa; las calles de la ciudad están inundadas. El transporte se ha paralizado, algunas personas tienen que llegar a sus hogares nadando, otras, las más afortunadas, se han resguardado en sus casas. Es, precisamente, en uno de estos domicilios donde tres muchachillas conversan, después de la escuela y después de hacer sus deberes, se encuentran en un cuarto atiborrado de libros, revistas, periódicos y demás utensilios culturales. Sus nombres; Esperanza de 13 años, Luz de 15 años y Libertad de 17.

Quiero aclarar que no ahondaré en los detalles personales de estas muchachillas, por temor a que sean reconocidas y a que puedan sufrir represalias por parte de las autoridades de dicha metrópoli. Como puede ser que sean expulsadas de la escuela a la que asisten, que se les niegue el ingreso a la universidad o incluso que se les expulse de la ciudad, bien, aclarado este punto volvamos a la reunión de estas personas tan singulares.

Su conversación versa sobre una idea muy sencilla, se trata de cambiar la forma en que la gente ve a la ciudad, quieren que las personas incorporen elementos artísticos, científicos y filosóficos en la contemplación del entorno urbano. ¿Y cómo es eso? Se preguntaran ustedes, volvamos a la reunión para poder enterarnos de los pormenores.

Las tres muchachillas forman un círculo, están sentadas en el suelo. Tienen libros en las manos y hay hojas llenas de ideas por todos lados, la conversación, que por momentos se torna en discusión, iba más o menos de la siguiente manera.

¡Qué en la ciudad haya tormentas de ciencia! —dijo Libertad— ¡Y qué se inunde con obras de arte! —exclamo Esperanza— Además, ¡Qué la azoten las ideas científicas! —pensó Luz— ¡Qué se derrumben los edificios de la filosofía y que aplasten a todos los ciudadanos con las más exuberantes ideas! —grito Esperanza, que por ser la más pequeña era la más entusiasta—.

Aquellas muchachillas quieren que la ciencia sea la locomotora de la ciudad y que el arte y la calle dejen de ser extraños. Sueñan con que en todos los buzones, en lugar de notas rojas, aparezcan notas literarias, científicas y filosóficas. Anhelan que el arte, la ciencia y la filosofía sean los principales pobladores de la ciudad y que entre los tres construyan la ciudad como obra de arte.

Libertad se pone de pie y les explica a sus hermanas —porque se me olvidó mencionarles que las tres jovencitas son hermanas— que de lo que se trata es de que los habitantes llenen su organismo con pedazos de arte, con trozos de filosofía y con fragmentos de ciencia, para que éstos formen parte de sus órganos internos.

Sí, —exclama Esperanza y menciona— yo quiero que en la ciudad haya manifestaciones de ideas, que marchen las obras de arte y que haya embotellamientos científicos en donde las ideas circulen a vuelta de rueda y que en la ciudad las muestras de rebeldía sean escribir un poema, ensayar una obra de teatro, discutir de política, pero desde la filosofía y no desde el oportunismo y la demagogia. —Esperanza toma aire y sonríe, está muy contenta por tener ideas tan claras a pesar de su corta edad—.

Además —agregó Luz— que los ciudadanos se desvelen en las bibliotecas, en los museos y en la sala de concierto, para que tengan una vida cotidiana empapada bajo la lluvia de las artes y así puedan construir una ciudad como si ésta fuese una obra de arte.

Lo que buscan Esperanza, Luz y Libertad es que los elementos científicos, artísticos y filosóficos se metan por los ojos de los ciudadanos y de ahí pasen al cerebro, para poder llegar a las entrañas convirtiéndose en desobediencia civil; desobediencia al tirano, al ratero, al asesino, al hipócrita, al oportunista, al corrupto, al mentiroso, al que evapora los espacios públicos porque pretende que cada rincón de la ciudad se debe convertir en un negocio.

—Esperanza suspiró y pensó en silencio— Una ciudad artística es aquella en la que en cada calle, en cada esquina, plaza o parque, sus habitantes se reconocen y ven materializados sus ideales. La ciudad como obra de arte es la que tanto hemos deseado, es en la que siempre hemos querido vivir, es con la que tantas veces hemos soñado y al despertar nos damos cuenta que no existe.

—Luz les dijo a sus hermanas— Recordemos que la ciudad, como obra de arte, despierta la sensibilidad de quienes la habitan, al pasear por sus calles o al disfrutar de sus bellos paisajes les produce una experiencia placentera. La metrópoli convertida en obra de arte dota de paz y tranquilidad a los sujetos que la habitan y…

—Libertad interrumpió a Luz y le indicó— Sí, todo eso está bien, pero recordemos que en la urbe moderna los ciudadanos no se pueden reconocer, porque el suelo que pisan y el espacio que habitan les son ajenos. Son los prisioneros de una metrópoli que no les pertenece y ésta los posee al grado de esclavizarlos. —Las tres hermanas se miraron sin decir palabra alguna—.

Pero cómo lo lograremos —les preguntó Esperanza a sus hermanas— si el último grito en programas televisivos de entretenimiento va en contra de lo que queremos conseguir, ahora en la televisión todo es válido con tal de que suban los niveles de audiencia, vivimos en la tele realidad en donde el sufrimiento de la gente lo han convertido en espectáculo, además estamos en un mundo en donde la protesta en contra del sistema pertenece al sistema.

Luz y Libertad titubearon ante las dudas de Esperanza, porque una cosa es tener ideas bonitas y proyectos bien diseñados, pero poner en práctica ese proyecto no es tarea fácil y menos cuando tienes todo en contra.

—Libertad tomó un libro entre sus manos, me parece que era El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, y les dijo a sus hermanas— Lo que tenemos que hacer es promover la lectura, la danza, la pintura, la música, el deporte y la ciencia para que todo esto forme parte de la vida cotidiana de las personas, porque la vida cotidiana es el manantial inagotable desde donde se desembrolla la realidad.

Recordemos —intervino Luz— que las situaciones especiales y los acontecimientos disruptivos posibilitan abandonar la monotonía para hacer más interesantes nuestras vidas y cuando las personas lean un poema, una novela, una obra de teatro o se acerquen a la ciencia ensancharán su percepción de la realidad y gracias a ello podrán construir una ciudad como obra de arte.

¡Síííííííííííí! —grito Esperanza— ya no puedo esperar ni un segundo más para poner en práctica todas estas ideas, quiero salir a la calle para conversar con las personas e invitarlas a que se sumen a nuestro proyecto.

De pronto Clara irrumpe en la habitación de sus hijas y les indica que es demasiado tarde para que sigan despiertas y además haciendo semejante ruido. Clara ha escuchado toda la conversación de sus hijas, ella sabe que las muchachillas siempre han tenido ideas exuberantes, pero nunca había escuchado que llevarían a la práctica esas ideas, hasta esta noche.

Esperanza, Luz y Libertad acomodan sus libros, sus revistas y todo el tiradero que tenían y se acuestan en sus camas dispuestas a dormirse. Clara no quiere que de nuevo llegue la penumbra a sus vidas por culpa de las ideas, esas malditas ideas que a mí me convirtieron en enemigo del gobierno y a mi esposa e hijas en exiliadas, ellas creen que estoy muerto, el gobierno me tiene en la lista de desaparecidos, pero hace mucho tiempo que estoy organizando la resistencia, aunque por ahora no les contaré esta parte de mi vida.

—Clara piensa, mientras abandona poco a poco la habitación, no sin antes mirar con cariño a cada una de sus hijas— Ellas tienen sus ideas muy claras, lo complicado está en cómo lograrlo. Además, ¿Quién o quienes llevarán a cabo tan prodigiosa tarea? —Clara cierra la puerta y se pregunta— Cuánto esfuerzo hará falta para que toda la ciudad, que sufre la enfermedad de la delincuencia y la corrupción, pueda al fin convertirse en una metrópoli digna de ser considerada una obra de arte.

—La madre de las muchachillas suspira y piensa dubitativa— La urbe es un espacio en decadencia, solo fue un gran sueño de progreso y bienestar, pero se convirtió en una pesadilla de hacinamiento, muerte y destrucción. —Yo estoy del lado de mis hijas y sé que lucharán como yo lo hice, también estoy seguro que su madre no las dejará solas y estará siempre a su lado—.

—Clara se aproxima a su habitación para descansar, en su cabeza le rondan muchas preguntas— ¿Será posible que algún día podamos construir una ciudad que ilumine nuestro ser, que cuide de nosotros, que no nos mire con ojos de odio, que nos de calor y que tiña de un color cultural nuestra vida cotidiana? El problema es que, hasta el día de hoy, esa ciudad no existe. Se nota que mis hijas son jóvenes e ingenuas, ya se les pasará cuando maduren y vean la realidad, no quiero que sigan el mismo camino que su padre. —Clara se duerme y comienza a soñar, sueña que quizás con Esperanza, Luz y Libertad la ciudad se convierta, por fin, en una obra de arte—.

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